Por Ignatius Plato
El acompañamiento puede ser crucial a la hora de tomar una decisión de vida. Tener a alguien presente para que lo acompañe en las decisiones importantes puede brindarle claridad en un momento de incertidumbre.
Como director de novicios de la Jesuitas Provincia USA Central y Meridional, el p. Drew Kirschman, SJ, acompaña a los novicios jesuitas todos los días. Caminar con hombres en el discernimiento de su vocación le da un asiento de primera fila a cómo Dios está actuando en sus vidas, y a la respuesta de cada hombre. La compasión y la entrega a las que recurre en su trabajo provienen de sus propias experiencias de formación.
“Cuando era niño, buscaba respuestas”, dice el p. Kirschmann. “Los buenos formadores me mostraron que no siempre habrá respuestas fáciles para muchos de los problemas de nuestro mundo”.
Con el tiempo, comenzó a reconocer cómo Dios obraba a pesar de la discordia del mundo. “Las personas que enseñaron y estudiaron a mi lado en la Universidad de San Luis me revelaron formas de vivir en las tensiones de la vida, de encontrar consuelo al vivir en conflicto mientras trabajaban para dar una respuesta generosa a los problemas del mundo. Fueron testigos del llamado personal de Dios a cada uno de nosotros. – dar generosamente con nuestras vidas – eso me trajo paz en mi búsqueda de respuestas”.
El Padre Kirschman ve la falta de respuestas a las grandes preguntas de la vida como una bendición, una oportunidad para descubrir en uno mismo la llamada de Dios. Él cree que esta llamada se manifiesta en las personas que nos guían en el camino. Esta mentalidad es fundamental para su ministerio como director de novicios.
“Al acompañar a los hombres que disciernen una vocación a los jesuitas, espero que mi guía los capacite para dar generosamente sus vidas al servicio de Dios y de la Iglesia”, sostiene.
El padre Kirschman explica que el noviciado trata, en última instancia, de profundizar una amistad con Jesús para que cada hombre escuche la forma única en que está llamado a dar su vida.
“Interactuar con el pueblo de Dios en el mundo, la experiencia externa de un jesuita, nos ayuda a encontrar a Dios en todas las cosas”, explica. “El noviciado es una ‘escuela del corazón’, un tiempo para formar los instintos de un hombre en torno a la generosidad, gratitud y solidaridad con los necesitados y marginados. Mi trabajo como director de novicios es ayudar a un hombre a discernir el llamado personal de Jesús a través de nuestro carisma de generosidad, gratitud y solidaridad”.
El padre Kirschman agradece a quienes lo ayudaron durante su propia formación. La paciencia, la sabiduría y la dedicación de sus formadores han sentado las bases para su propio acompañamiento de los novicios en su búsqueda de glorificar a Dios a través de sus vidas.
“Encuentro profundamente humilde acompañar a un novicio y ser testigo de que se abren horizontes para ellos: los horizontes de lo que Dios ve para ellos, para el mundo, hacia dónde Dios necesita que vayan”, dijo el p. dice Kirschmann. “No sé cómo será eso para ellos en el futuro o adónde los llevará. Pero encuentro una gran esperanza para su futuro, para la Iglesia y para nuestro mundo”.