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Story

P. Stephen Privett, SJ, trabajó para el Servicio de Refugiados Jesuita a fines de 1980.

Por William Bole

La primera de dos series que marca el vigésimo quinto aniversario de los asesinatos jesuitas en El Salvador. Lea la parte dos aquí.

13 de noviembre de 2014 – Fue uno de los crímenes más deslumbrantes y descarados del siglo veinte.

Antes del amanecer del 16 de noviembre de 1989, un batallón elite de la milicia de El Salvador forzó su entrada en la residencia jesuita de la Universidad Centroamericana o UCA. La universidad, dirigida por su presidente, Padre Ignacio Ellacuría, SJ, se había convertido en un fuerte de oposición contra los abusos a los derechos humanos por parte del ejército apoyado por los Estados Unidos.

Esa noche, los soldados sacaron arrastrando de sus camas a cinco sacerdotes, los acostaron boca abajo en el césped del patio, y les dispararon en la cabeza. Volvieron a entrar y mataron a otro jesuita. Luego, mientras registraban la residencia, encontraron al ama de llaves y a su hija adolescente acurrucadas en la esquina de una habitación, abrazándose. Los soldados también las mataron.


Padre Ignacio Ellacuría S.J.

Veinticinco años después, muchos todavía esperan justicia en el caso de los jesuitas y mujeres asesinados. Ninguno de los comandantes militares superiores que ordenó la matanza fueron procesados por los crímenes. Sin embargo, hoy se ha reafirmado el interés de llevarlos a juicio. Los grupos de derechos humanos mundiales y España continúan presionando cada vez más, ya que España reclama jurisdicción en el caso porque cinco de las seis víctimas jesuitas eran españoles.

En medio de estos disturbios, la Compañía de Jesús busca algo más que justicia legal. Muchos miembros de la orden promocionan los legados de aquellos que sucumbieron en la masacre de los jesuitas – los Padres Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Joaquín López y López, and Juan Ramón Moreno, como también Julia Elba Ramos y su hija Celina Maricet Ramos. A los ocho se los suele llamar simplemente «los mártires».


Julia Elba Ramos (izquierda y derecha) y su hija Celina Maricet Ramos (centro)

Los jesuitas estadounidenses dicen que luchan por el tipo de justicia que revela la verdad, crea reconciliación y finalmente, mira hacia el futuro. «No se trata de venganza o castigo, sino de permitir que se sepa la verdad», dijo el Padre Stephen A. Privett, SJ, antiguo presidente de la universidad de San Francisco, una institución jesuita.

El camino hacia la reconciliación

Ya se conoce gran parte de la verdad sobre los asesinatos en la UCA. Después de esta atrocidad, una investigación del Congreso de los Estados Unidos y una comisión de la verdad patrocinada por las Naciones Unidas ayudó a establecer los hechos del caso, incluso las órdenes dadas por los superiores. El Padre Privett, quien conocía a los jesuitas de la UCA cuando trabajaba con los refugiados en El Salvador a fines de 1980, dice que le gustaría que esta verdad sea «reconocida por un proceso judicial» en ese país o internacionalmente.

Sin embargo, el jesuita también habla de una verdad más grande – la guerra civil de 12 años en El Salvador y las heridas sociales que nunca se curaron. La guerra terminó en 1992, luego de que el Congreso votara por reducir la ayuda militar al gobierno salvadoreño de centro derecha, principalmente en respuesta a la matanza de los jesuitas.


Padre Juan Ramón Moreno S.J.

«Este caso se ha convertido en la lupa a través de la cual se evalúa a todo un período», dijo el P. Privett, subrayando que más de 70,000 civiles perdieron sus vidas, principalmente a manos de la milicia salvadoreña y escuadrones de la muerte paramilitares. «Nos permite ver la verdad de esos años. Valida las historias y las experiencias de las víctimas».

Él cree que ese es un camino difícil pero necesario hacia el tan demorado proceso de reconciliación social en El Salvador.

El Padre Douglas Marcouiller, SJ, quien dejó su cargo este verano pasado luego de cinco años como provinciano o líder de la Provincia de Missouri de los jesuitas, está de acuerdo. «Es difícil seguir adelante sin reconocer la verdad de esa historia», dijo el P. Marcouiller, quien era cercano a los seis jesuitas y las dos mujeres cuando estaba recién ordenado como jesuita realizando estudios avanzado de teología en UCA, en 1986 y 1987.

Sin embargo, durante una entrevista cambió el tema de la conversación sobre los asesinatos y el caso y habló sobre los ocho que habían sido sus amigos.

«Lo que importa es el testimonio de sus vidas», dijo. «El caso es importante, pero no debemos enfocarnos solamente en las personas que presionaron el gatillo, o en los que les dieron la orden. El foco debería estar en los mártires y su compromiso con el Evangelio, el cual nos lleva a defender las vidas de los pobres hoy en día, de aquí en adelante».

La UCA continúa siendo la vanguardia de la investigación y acción social en El Salvador. Las preocupaciones de hoy abarcan desde la desigualdad económica y problemas ambientales, como derechos de agua, hasta problemas de inmigración y la situación de crisis de los menores que se escapan solos del país. Los jesuitas en los Estados Unidos también se han mantenido involucrados. Por ejemplo, el P. Marcouiller, economista experimentado, pasa parte del año enseñando un curso de economía en la universidad. Pronto comenzará a servir en Roma en la Curia Jesuita, sede internacional de la Compañía de Jesús.


Padre Amando López S.J.

El Padre Thomas H. Smolich, SJ, quien en los últimos ochos años ha sido presidente de la Conferencia Jesuita de Estados Unidos, basada en Washington, establece un vínculo entre los mártires jesuitas y aquellos eventos actuales.

«Si ellos nos pudieran hablar ahora, dirían: «No nos idolatren. Usen lo que hicimos para enfrentar los desafíos de hoy»», dijo el P. Smolich, quien va a asumir un nuevo rol de director internacional del Servicio de Refugiados Jesuita. «¿Qué quiere Cristo que hagamos? ¿Qué significa ser solidarios con los pobres en el 2014?

El efecto del martirio

Aún así, a los jesuitas de la UCA y a sus dos colaboradores laicos se los recuerda por lo que muchos ven como su martirio.


Padre Ignacio Martín-Baró S.J.

El más venerado de todos es el P. Ellacuría, un español teólogo que había resurgido como una de las voces más prominentes del país en nombre de la paz y los pobres. El plan de la masacre comenzó con una órden de asesinar al P. Ellacuría «sin dejar testigos», de acuerdo a un informe en 1993 de la comisión de la Naciones Unidas. Al final, hubo por lo menos un testigo audaz – Lucía Cerna, un ama de llaves que estaba pasando la noche con su familia en la casa de al lado, en la vieja residencia jesuita desocupada. Ella identificó a los asesinos públicamente, por sus uniformes, como soldados del gobierno, cuando el gobierno culpaba a los rebeldes izquierdistas. Luego, ella y su familia fueron sacadas del país con la ayuda de los líderes jesuitas.

Cada uno de los sacerdotes, no solo el P. Ellacuría, llevaba a cabo lo que los jesuitas llaman «la fe que hace justicia».

El P. Martín-Baró, piscólogo social y filósofo, era el rector del Instituto Universitario de Opinión Pública, el único grupo en El Salvador que encuestaba a los pobres sobre sus opiniones. El P. Montes lideraba el Instituto de Derechos Humanos en la universidad. El P. López, filósofo y teólogo, era pastor de una iglesia de pocos recursos en las afueras de San Salvador. El P. López y López dirigía Fe y Alegría, un programa de formación vocacional para jóvenes sin recursos. El P. Morena trabajaba en el Centro de Reflexión Teológica, el cual se ocupaba de cuestiones de fe y justicia.


Padre Segundo Montes S.J.

Cerna, quien vivía en California, decía de los seis jesuitas que «Me fortalecieron con la fe… Me tenían respeto y me enseñaron el respeto propio». Ella los recuerda a ellos y a la revuelta de 1989 en un libro nuevo «La verdad: una testigo de los mártires salvadoreños» (Orbis Books/Universidad de Santa Clara), escrito por la historiadora Mary Jo Ignoffo. El P. Marcouiller dijo que él también aprendió lecciones de vida, no solo de los jesuitas sino también del ama de llaves y cocinera Julia Elba Ramos, a quien recuerda como a una mujer fuerte y apasionada que a menudo «bailaba en la cocina al ritmo de los viejos éxitos».

Las víctimas no fueron asesinadas por ser cristianas, pero de todos modos son mártires en vista de muchos.

«Cuando sacrificas tu vida por el apoyo activo a los más necesitados, eres un mártir en el sentido tradicional. Eres el testimonio de una realidad trascendental que no todos comprenden, especialmente aquellos que ejercen el poder», explicaba el P. Privett, enfatizando que el trabajo por la justicia es una parte inherente de la fe cristiana.

Para él y para muchos otros, la verdad de lo sucedido el 16 de noviembre de 1989 está definitivamente vinculada a esta verdad del martirio.

«Creo que la iglesia necesita mártires en todas las épocas, para recordarnos que nunca podemos estar cómodos en un mundo como este. Tenemos que trabajar por un mundo mejor, y a menudo pagamos un precio muy caro, pero ese precio no es tan caro cuando lo miras a través de la perspectiva de la resurrección, o a través de los ojos de los mártires», agregó el P. Privett. «Es una parte muy importante y una pieza dinámica de nuestra tradición que nos mantiene en movimiento y concentrados, y nunca dejamos las cosas como están en este lado del cielo».


Padre Joaquin López y López S.J.

El P. Smolich decía un dicho católico – «la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia». Como evidencia, nombra a las universidades jesuitas en los Estados Unidos donde muchos alumnos se han sentido atraídos por las causas de la fe y la justicia luego de aprender sobre los mártires salvadoreños. Los que están en la universidad hoy no habían nacido todavía en 1989.

Por esta y otras razones, el P. Marcouiller dice que él no se siente realmente afligido por el 25o aniversario de la masacre. Lo que el siente es «gratitud por lo que Dios hizo a través de ellos, y en sus vidas, para la gente de El Salvador».

Próximo en la serie de dos partes: el legado de los mártires.

William Bole es escritor colaborador cuyos trabajos han aparecido en publicaciones como el Washington Post, Los Angeles Times, Commonweal y America, entre otras. Muchos de sus escritos tratan de religión, ética, pólitica y la vida intelectual.

Imágenes de los mártires via www.uca.edu.sv.
Photo du père William Rewak S.J. et du père Fr. Ignacio Ellacuría S.J., avec la permission des archives et collections spéciales de Santa Clara.

¿Quieres aprender más sobre las vocaciones a la Compañía de Jesús? Para más información visita www.jesuitvocations.org

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